Los errores son una parte esencial de nuestra historia como agencia; incluso son parte de nuestro impulso para transformarnos e integrarnos como equipo.
En nuestra industria sigue siendo preferible no hablar de cuando nos equivocamos, cuando no llegamos a la meta esperada o cuando rompimos una relación con un cliente. Nuestro ritmo de trabajo exige pasar página rápido, buscar nuevas oportunidades y fijar nuestra vista en los proyectos que siguen.
Pero detenernos, hemos descubierto, es valioso. Analizar, dialogar y comprender nuestros errores nos ayuda a trabajar con mayor conciencia y con menos miedo a la equivocación. Sobre todo, localizar y hablar abiertamente del error nos inspira a trazar nuevos rumbos para no repetirlo. Porque muchas veces no se trata solamente de qué hicimos mal, si no de las circunstancias bajo las que tomamos decisiones y actuamos: los lugares a los que llegamos y en los que no queremos volver a estar.
Porque dicen que el verdadero error es no aprender nada de los errores, queremos compartir 3 de las lecciones más importantes que aprendimos cuando algo, o todo, salió mal.
1. Aclarar y alinear expectativas
La satisfacción con un proyecto depende mucho de qué tan claros fuimos al proponerlo, negociarlo y planearlo. Los clientes deben comunicar asertivamente lo que esperan de la agencia desde la prospección. Nosotros debemos honrar esa asertividad y orientar al cliente de manera realista sobre lo que podemos entregar.
Cada vez somos más claros, desde el inicio: Por contratarnos como agencia, tu marca no venderá más mágicamente; una campaña para tu e-commerce no resolverá una experiencia de usuario negativa; no hay comunicación que pueda resolver, en el corto plazo, un mal planteamiento comercial y puede haber muchos servicios o “estrategias” que tu equipo interno no esté preparado para implementar. Desarrollar marcas exitosamente es una responsabilidad compartida y no cae sólo en nosotros; requiere de esfuerzos constantes, coordinados y consistentes por parte de muchas personas, departamentos o áreas de especialidad.
Hay muchas metas que podemos superar juntos, pero si no alineamos expectativas desde el inicio, es muy difícil integrarnos como equipo. Cada cliente debe tener claridad sobre qué sí vamos a lograr, qué queda fuera del proyecto, qué recibirá de su equipo y, sobre todo, qué debe hacer para llegar al objetivo en común. De esta manera, es más probable que colaboremos mejor y que todas las personas terminen contentas con los resultados.
2. Especializarnos en lo que sabemos y disfrutamos
Con el tiempo y con el paso de los proyectos, exitosos o fallidos, hemos comprendido más cuáles son nuestras áreas de especialidad como agencia. Ahora tenemos certeza de qué sabemos hacer mejor, qué nos gusta trabajar y, sobre todo, qué queda fuera de nuestras habilidades o alcances.
Bajo el modelo de “agencias 360” o “full service”, es muy fácil caer en proyectos que realmente no nos corresponden, para los que no contamos con la estructura o el talento y cuyos procesos a la larga desgastarán nuestra relación con las marcas. Un par de veces –tal vez poquitas más– hemos crecido problemas por querer resolverlos, aunque no nos correspondan o no tengamos la capacidad de hacerlo.
Comprendemos ahora que el compromiso que sentimos hacia nuestras marcas también se refleja cuando decimos “no”: cuando admitimos con honestidad que algo está fuera de nuestro alcance y nos concentramos en mejorar lo que sí es nuestra especialidad. Trabajar dentro de nuestro territorio nos deja con mejores proyectos y resultados que podemos compartir y celebrar con nuestros equipos de marca.
3. Aliarnos y compartir responsabilidades
El elegir especializarnos y dejar de ofrecer ciertos servicios nos llevó a relacionarnos con otros equipos, proveedores o expertos que complementan nuestro trabajo y cumplen con las necesidades adicionales de las marcas. Actualmente contamos con aliados que comparten nuestra visión, compromiso y, sobre todo, la transparencia de lo que le corresponde a cada parte del equipo frente a un cliente.
Ya sea desarrollo web, investigaciones de mercado, gestión de medios o algo más, hemos encontrado –a prueba y error– a las personas con quienes nos entendemos y en quienes confiamos plenamente, por la calidad de su trabajo y por su ética profesional. Actualmente, preferimos acercar a esos profesionales a la mesa de trabajo de cada cliente y presentarlos como nuestra mejor opción para complementar el proyecto.
Encontrar a estos equipos ha sido una de las búsquedas más largas y complicadas, donde se cometieron muchos errores y nos metimos en varios problemas. Pero saber que contamos con alianzas sólidas, con personas confiables y expertas en cada área, ha facilitado nuestro trabajo y el cumplimiento de las metas de los proyectos compartidos.
¿Qué es lo más importante de nuestros errores?
Nuestro desarrollo en Pájaro Chato tiene todo que ver con descubrir qué proyectos nos mueven, cuáles son nuestras fortalezas, con qué marcas deseamos trabajar y cómo queremos relacionarnos como equipo con nuestros clientes. Todo esto lo hemos descubierto porque cometimos errores.
Como todas las personas, a veces tememos a la equivocación y a fallar. Pero trabajar con la claridad y la confianza que tenemos actualmente no sería posible si no nos hubiéramos tomado antes el tiempo de analizar nuestros errores pasados, intercambiar puntos de vista, explorar lo que podíamos mejorar, y convertirlos en aprendizajes que nos inspiran. Esperamos que compartirlos inspiren también a otros equipos.